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MIEDO DE NO VOLVER A VER A MAMÁ

  • Joseline Figueroa Gtz.
  • 17 nov 2016
  • 5 Min. de lectura

En un día donde el sol brillaba con gran intensidad y alumbraba las calles de San Buenaventura, dos amigas que salieron de la preparatoria se dirigían al paradero donde posteriormente tomarían el transporte con destino a Chalco, pues ahí era el lugar donde Ana y Laura vivían.


Al llegar a la larga fila y ver que no había ni una combi hacia su destino, decidieron caminar hasta encontrar una pecera que pudiera llevarlas. A las tres de la tarde ambas se sentían inseguras, pues sus faldas se movían al compás de sus caderas y la mirada de los hombres que se encontraban en el camino no dejaban ni un pensamiento a la imaginación, gritándoles todo tipo de obscenidades. Por ello, pensaron en tomar un taxi con gran urgencia…


Cinco de la tarde: La madre de Laura se pregunta el por qué no llega su hija a casa, con un poco de angustia toma el teléfono y trata de comunicarse con la mamá de Ana, ya que no encontró respuesta de ninguna de las dos estudiantes.

  • Hola Mago, soy Alma, la madre de Lau. ¡Oye! ¿No ha llegado Ana a tu casa?

  • Hola Alma, no, no ha llegado mi hija a casa, pero no te preocupes deben de andar por ahí, ya sabes que son chamacas y pues han de haber ido al cine o a tomar un helado.

  • No sé, ya traté de localizarme con ellas y ninguna responde, Laura siempre me avisa si piensa llegar tarde o si es que irá a algún otro lado.

  • Mira, para que te quedes más tranquila ahorita trato de localizar a Ana con alguno de sus amigos de la escuela y te aviso ¿ok?

  • ¡Por favor Mago! Te agradezco, espero tu llamada.

  • Sí, ahorita te marco y te pongo al tanto, cuídate.

  • Bye.

Ana y Laura hicieron la parada al primer taxi que vieron pasar, pues las miradas de los hombres cada vez se hacían más presentes y con todo lo que se había dicho en la fiesta de la colonia Jardines de Chalco, -lugar donde ambas vivían- les causó mucho temor, ya que a una de sus vecinas la intentaron secuestrar y desde ese momento todos pidieron que se cuidaran mucho, pues Chalco cuenta con un alto índice de delincuencia en todo el Municipio de Ixtapaluca.


Al subir el chofer les preguntó que a dónde se dirigían, ellas respondieron con otra pregunta: ¿Cuánto nos cobra a Jardines de Chalco? A lo que el hombre de piel oscura, pelón y lleno de tatuajes en el brazo derecho respondió que hasta allá eran $80 pesos. Ana y Laura no contaban con ese dinero, pues solo traían en su cartera $15 pesos.


Así, le pidieron al chofer que las dejara en la avenida que se encontraba a tan solo unas cuantas cuadras y le explicaron el motivo, por lo que el hombre accedió sin cobrarles nada a cambio. Laura vio sus labios moverse lentamente cuando les pidió que se cuidaran y que no confiaran en nadie porque estaban desapareciendo muchas mujeres.


“Aquel hombre que se veía con un aspecto de miedo, fue quien nos ayudó a salir de esa calle repleta de hombres con miradas intimidantes” dijo Ana.


Ya había pasado media hora sobre la avenida cuando vieron una combi con dirección a Chalco, sin pensarlo subieron ambas amigas, las dos iban hablando sobre lo que les había dicho aquel hombre del taxi, queriendo dejar eso atrás. Ya se sentían "a salvo” en la combi, donde estaba uno que otro pasajero.


Cuatro de la tarde, a la altura del centro comercial Sendero, quiso ingresar una pareja en la parte delantera de la combi, pero el chofer se negó y siguió su camino, acción de la que sólo Ana se había percatado.


Cinco minutos después la pecera hizo una parada frente a los famosos “cochinitos” donde subió una mujer y un hombre. Inmediatamente el transporte cambió de rumbo metiéndose a una calle solitaria y una pasajera gritó que a dónde se dirigía, que ese no era el camino, a lo que respondió la mujer de adelante. ¡Cállate el hocico y empiecen a sacar lo que traigan!, apuntando con una pistola por el hueco donde se pasa el pasaje.


Al pararse completamente la combi en un callejón, la pareja bajó de la parte de adelante y apuntando con el arma dijo que nadie iba a salir dañado si todos les daban sus cosas, a lo que todos los pasajeros sin problema alguno accedieron, ya que al menos 15 personas han muerto en los atracos este año, la mayoría usuarios que se resistieron al asalto; sin embargo, también ha habido casos en que los pasajeros han sometido a los delincuentes e incluso los han matado, pero en esta ocasión no fue así.

Solo 10 minutos para las cinco de la tarde y ni Ana ni Laura podían creer todo lo que ese primero de Marzo les estaba pasando; sin un peso, con hambre y con un largo camino las amigas agarradas de las manos iban sobre la carretera…

  • Bueno, ¿Alma?

  • Sí, dime Mago ¿Ya sabes algo de nuestras hijas?

  • No y ahora si ya me preocupé, me dijeron sus amigos que salieron normal de la escuela, pero que uno de ellos vio cuando nuestras muchachas se salieron de la fila para tomar la combi, porque no llegaba ni una y que decidieron bajarse a la parada caminando.

  • Ay no, y ahora qué haremos

  • Ya son las veinte para las seis, vamos a buscarlas y hay que llamar a la policía

  • Ok, yo también hago la llamada y te veo afuera de la calle de la Sra. Lupe

  • Sí, ya voy, sólo marco y listo.

En este sentido, loa Procuraduría General de Justicia (PGJ) recibe al día un promedio de hasta 10 llamadas reportando desapariciones de familiares en el Estado de México. En tanto, las estudiantes, amigas y también vecinas no encontraron a ningún policía en las calles para que pudiera auxiliarla.


Al llegar a la colonia, las jóvenes corrieron con destino a sus casas, cuando sus madres iban saliendo, con lágrimas de alegría, emoción, nostalgia y melancolía en los ojos de las cuatro mujeres se abrazaron fuertemente y las señoras angustiadas preguntaron si se encontraban con bien.


Introduciéndose a la casa de la señora Mago, las hijas les explicaron todo lo que había ocurrido en el transporte y pidieron ir a denunciar, no por las cosas materiales, sino porque no puede permitirse este tipo de cosas ahora ya en el medio de transporte. Un ejemplo de ello es que el Sistema Nacional de Seguridad Pública, en 2015 se denunciaron ante el Ministerio Público, mil 455 asaltos a unidades de pasajeros y de carga, y este año suman 680.


A Ana y a Laura el medio de transporte les ha dejado un mal sabor de boca, pues aseguran que a un año de aquel primero de Marzo, aún viven con temor de subirse a la combi equivocada y que en esta ocasión no regresen a casa.





 
 
 

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