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#Crónica: Don Francisco y su prepotencia ante la mujer.

  • Norahenid Angeles R.
  • 18 nov 2016
  • 8 Min. de lectura

El machismo es un problema social que vive el país desde tiempos remotos y que poco a poco ha ido desapareciendo. Sin embargo, aún se cuentan numerosos casos de vejaciones y abusos de poder; tanto fácticos como simbólicos. Por ello, en la presente crónica se relata el caso de Don Francisco; que igual puedes ser tú, él o algún otro.



De acuerdo al Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española el machismo es: “actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres” (RAE 1992: 910). Sin embargo, ¿cómo se encuentra presente en la sociedad?


A las 6 de la mañana sonó el despertador en un sábado que cualquier persona desearía dormir hasta altas horas de la tarde. Elizabeth se había parado a apagar su alarma, para ayudar a las labores del hogar a su madre y a complacer los deseos y caprichos de su padre, un hombre enorme que medía casi 1.90, cabello castaño y un bigote muy extenso que se dejaba observar a kilómetros.


Elizabeth, a sus 16 años de edad, se dedicaba a atender a su padre desde que se levantaba hasta que él pudiera quedarse dormido. Cuando amanecía ella debía ponerle las chanclas y prepararle de inmediato el desayuno. Estudiaba la prepa y sólo se le permitía llegar 15 minutos después de la escuela, ya que si no era así podría llevarse "la friega de su vida" por parte de su padre.


Su papá se llamaba Francisco y él mantenía relaciones con varias mujeres, porque el señor no se veía con una sola mujer y era muy inestable con cada una de ellas, cualquier cosa mínima que no le pareciera que hiciera alguna de sellas, sería razón suficiente para darles una golpiza.


Si el señor Francisco siempre tenía una apariencia vanidosa y de "buen ver", era porque su "esposa legítima" Rosa Muñoz, mamá de Elizabeth, siempre lo atendía de la mejor manera y le tenía en orden y con la mayor limpieza sus objetos personales, incluso los calzones y los calcetines le eran planchados. Por otra parte, la madre del señor Francisco lo tenía sobreprotegido y lo defendía ante cualquier situación. Siempre se llevaba mal con cualquiera de sus mujeres.


El machismo hace que en ocasiones el hombre tome acciones violentas en contra de la mujer, por lo que para Erich Fromm, destacado psicoanalista, psicólogo social y filósofo humanista de origen judío alemán; el machismo es la consecuencia de una desadaptación neurótica de los impulsos distintivos del individuo, y una consecuencia de las sociedades patricéntricas, donde se manifiesta una autoridad paterna y una sensación de placer por el dominio de los débiles.

El psicólogo Genaro, del Hospital de especialidades Pedro López, en exclusiva para Distopíamx afirmó:


“El machismo en México, principalmente se da por una relación de la madre con el hijo, por ejemplo, está la madre, la hija y el hijo. La mamá siempre le dice a la hija, sírvele a tu hermano, plánchale su camisa porque ya se va a trabajar; entonces, de alguna manera inconscientemente, el varón está formando una actitud de que la mujer siempre debe hacer lo que el hombre. Además, como el hombre ve ea la mamá como una figura superior a las demás mujeres, es también por eso que cuando se casan, por lo regular siempre se van a vivir cerca de la mamá y no de la suegra”.

Elizabeth, era de complexión delgada, ojos claros, cabello castaño, muy simpática para cualquier joven que va cruzando por la preparatoria. Ella caminaba cerca de 10 minutos para llegar a su escuela, pues cruzaba todo el campo, pero eso no era un malestar para su condición, pues le gustaba ir cortando flores que se le atravesaban por el camino y así se olvidaba de los problemas en casa: de cuando su papá llegaba borracho y buscaba cualquier pretexto para humillar y golpear a su madre y a ella.


Después de haber pasado el fin de semana, Elizabeth antes de irse a su escuela se despidió de su madre y salió de su casa "casi de puntitas", pues su papá estaba dormido y el despertarlo podría traerle varios problemas. Durante su receso sus amigas la invitaron a un convivio donde irían todos sus compañeros a lo que ella respondió: “Yo no puedo salir de mi casa y menos a fiestas, a mi padre no le gusta y de sólo mencionarlo podría reventarme el hocico”, sus amigas viéndose unas a otras muy sorprendidas por lo que había dicho, decidieron no insistir más.


Al terminar las clases, Elizabeth iba corriendo hacia su casa porque ya llevaba varios minutos de retraso y en el camino se encontró a uno de sus vecinos quien tenía cuatro años más que ella y se llamaba Diego, así que decidió hablarle, pero ella ya lo había rebasado, entonces le gritó: “Oye, ¿tú eres hija de Doña Rosa cierto?”, y ella al oír el nombre de su madre volteó de inmediato y respondió con la cabeza de arriba hacia abajo, dándole a entender que sí, y siguió su camino.


Diego no quiso darse por vencido y corrió hasta alcanzarla y le dijo: “Por lo menos dime tu nombre, somos vecinos y no te haré daño”. A lo que ella le respondió: “Es mejor que te vayas sino quieres meterte en problemas".


Diego: Pero, "¿Por qué debería ser así, si sólo te estoy preguntando tu nombre y ni siquiera sé por qué corres tan de prisa? Mira, te regalo esta flor roja como tus mejillas, que se han puesto así de tanto correr".


Elizabeth: Me detengo sólo "por la babosada" que acabas de decir, porque eso de que seas mi vecino no me interesa en lo absoluto, pero tampoco quiero meterte en problemas con mi padre, es muy celoso y por vernos platicar "te pondría como camote" y de paso a mí, así que es mejor que vayas por otro camino.


Diego: ¿Es en serio lo que me estás diciendo?, no creo que tu papá sea tan estricto. De algún modo tienes derecho a conocer gente, a salir, a divertirte. Bueno ya veo que llevas mucha prisa así que mejor te propongo que mañana nos veamos a esta misma ahora, aquí mismo si quieres yo siempre paso por aquí, pues voy a dejar a mi hermana a la prepa pero en el turno de la tarde.


Elizabeth siguió corriendo sin darle respuesta, pensando que nunca más lo volvería a ver, cuando llegó a su casa Don Francisco ya estaba es su mecedora afuera esperándola y le dijo: “Elizabeth casi te pasas por un minuto, no pierdas el tiempo haciendo cosas inútiles, no sé ni para qué estudias, mejor ve a calentar el comal que ya tengo mucha hambre y dile a tu mamá que me prepare agua caliente con sal para mis pies que me duelen demasiado por andar arreando a las vacas”.


Después de haberse aburrido el señor entró y su esposa aún no tenía el agua preparada, de tal modo que se dejó ver su rostro con tal euforia que "podría compararse con un búfalo" y fue a buscar a Doña Rosa, quien se encontraba en su habitación preparando la toalla con que le secaría los pies y le gritó de manera muy violenta: “Qué chingados esperas para prepararme mi agua vieja pendeja, ¿qué no ves que me arden los pies?, jalándola del cabello y meneándola de un lado a otro de la recámara.


Elizabeth corrió de inmediato para ayudar a su madre, diciéndole a su papá que ya estaba su comida caliente. Que dejara a su mamá en paz, así que le hirvió la sangre a Don Francisco por haberse metido su hija a defenderla y comenzó a maldecirla y a golpearla hasta dejarle el ojo tan hinchado que apenas podía abrirlo.


En este sentido, el maltrato a mujeres es uno de los problemas más graves que existen en el país, ante ello Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como "todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada".


Llegó el martes, día más nublado de todo el mes y Elizabeth tenía que ir a clases, aún con la cara marcada por los golpes de su padre y con el dolor que llevaba en todo el cuerpo. Se despidió como todos los días de su mamá viendo que estaba sola en su recámara, por lo que supuso que su papá estaba borracho o con alguna de sus otras mujeres, pero decidió callar e irse a su escuela.


Al llegar a la prepa los maestros y sus compañeros le preguntaron qué le había pasado a lo que ella respondió: “No me fijé al bajar las escaleras y tropecé, así que me caí y por eso los moretones”. Sin decir más se fue a su banca y sacó su libreta de su mochila. Habían dado las 11 de la mañana cuando Elizabeth no aguantó más los malestares por los golpes y decidió pedirle de favor a su perfecta que le otorgara la salida. Al verla en tan mal estado no tuvo más opción que aceptar.


Apenas llevaba cinco minutos de camino, cuando se encontró a Diego y al sentirse avergonzada por su aspecto agachó de inmediato su rostro para que no la reconociera. Diego al verla en esa situación se acercó de inmediato cuestionándola por lo ocurrido, Elizabeth no aguantó más y rompió en llanto y él al sentirse responsable por haberle preguntado la abrazo y la sentó debajo de un árbol y ella dijo: “Ya no puedo más, mi vida es un desastre, mi mamá y yo parecemos la servidumbre de mi papá, o peor aún sus esclavas, estos golpes que traigo me los hizo él”.


Diego conmocionado y sorprendido a la vez no dejaba de abrazarla, Elizabeth al sentirse protegida por primera vez se acercó de manera acelerada hacia él robándole un beso y Diego se lo respondió de igual manera, hasta que terminaron quitándose la ropa y quitándole también su virginidad a Elizabeth.

**

Han pasado dos meses; Diego y Elizabeth se siguen viendo a escondidas por el carácter de su padre. Ella se ha percatado que ha perdido desde hace cinco semanas su periodo, y le ha contado la situación a Diego. Sintiéndose alarmado le dijo: “Yo no te dejaré sola ni a ti ni a mi hijo, si es que estás embarazada, si no he hablado con tu papá es porque tú así lo has decidido, pero esta vez no me detendré”.


Elizabeth muy asustada se hizo una prueba casera al llegar a su casa, dándole positivo. Cuando su papá le habló para que bajara pronto a darle de comer, se salió de inmediato del baño, dejando olvidada la prueba encima del inodoro.


Cuando terminó el Señor Francisco de comer, se dirigió de pronto al baño, dándose cuenta de lo que había en su baño, por lo que al salir empezó a aventar las cosas de su casa, rompiendo la vajilla completa; rojo de coraje y maldiciendo a todo el que se le atravesara, se dirigió a su caballeriza, y tomó de inmediato su escopeta.


Amenazando con jalar el gatillo a todos los vecinos sino le decían con quién salía la Señora Guadalupe espantada le dijo: “Yo sólo vi que en varias ocasiones el hijo mayor del Señor Benito que vende tortillas con su hija, pero no sé más, ya deje de apuntarme y déjeme ir a mi casa”.


Al saber eso se dirigió de prisa a casa de Don Benito en su camioneta Ford Ranger blanca, acelerando hasta el fondo para llegar lo más pronto posible. Al llegar a su destino empezó a golpear la puerta como si quisiera tumbarla por lo que de inmediato salió Don Benito ante tanto golpe en su puerta.


El Señor Francisco se metió sin la autorización de nadie buscando por todas partes a Diego hasta encontrarlo en su habitación arreglando su mochila del trabajo, a lo que el señor sin piedad lo miró a los ojos con odio y desprecio y jaló en gatillo disparándole así tres veces en su cuerpo. Salió de prisa de la casa y se subió a su camioneta agarrando la carretera más cercana y nunca se volvió a saber de él.


La historia es real. Lo que permite reflexionar sobre el machismo como un móvil de problemas en el desarrollo integral de las mujeres y una desestabilidad en la familia, "por lo que es necesario desarraigarlo en nuestra sociedad es una lucha permanente que exige de todos los sectores de la población e instituciones, tenacidad, entrega y voluntad para lograr la equidad de género y respeto a los sectores más vulnerables", tal como sentencia en sus postulados el Desarrollo Integral de la Familia (DIF).


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